martes, 14 de abril de 2015

DECÁLOGO DE LA INNOVACIÓN EDUCATIVA.


CONVICCIÓN: Se debe innovar por convicción personal de su necesidad; no con el objetivo de incrementar méritos de currículum o a la espera de gratificaciones... Es sobradamente conocida la valoración de la docencia en la Universidad (quinquenios versus sexenios). Pero, si sentimos nuestra profesión, debemos asumir que como profesores “nuestra principal función es proveer a nuestros estudiantes de las competencias que necesitarán para una vida productiva y feliz” (S. Kagan).
GANAS: Para innovar sólo se necesitarán ganas de innovar, todo lo demás (medios, recursos, etc.) vendrá por añadidura. El “yo innovaría si tuviera...” (Desde veinte alumnos por clase hasta un aula de informática, pasando por más equipos o una reducción de carga docente...) es la tópica excusa de los opuestos a todo cambio: si se quiere, siempre se puede innovar. Lo anterior no es óbice para que, a medida que se innova, se exija a quién corresponda los medios que faciliten y profundicen la innovación.
CAMBIO DE MENTALIDAD: La innovación docente exige un profundo cambio de mentalidad y actitudes ante el proceso de enseñanza aprendizaje, tanto de los profesores como del alumnado. El “cambio de chip” es imprescindible. Hay que mentalizarse de la necesidad de innovar porque el modelo tradicional no es válido, el parcheo no sirve.
CONTINUA Y PROGRESIVA: La innovación educativa supone un proceso de cambio continuo sometido a la realimentación de los resultados, cuyos elementos (objetivos, sujetos, recursos) se van aumentando de forma progresiva a medida que se van alcanzado.
BIDIRECCIONAL Y FLEXIBLE: La innovación docente debe ser un proceso bidireccional (docente – discente y viceversa) con una estructura flexible, que posibilite en cada momento las modificaciones requeridas por su entorno de aplicación.
El profesor al innovar debe evitar actuar según el principio por el que se rige el Despotismo Ilustrado (todo para el pueblo pero sin el pueblo). Al mismo tiempo, hay que tener muy presente que en didáctica las verdades absolutas no existen, la capacidad de adaptación según los condicionantes deviene en requisito básico.
APRENDIZAJE: El objetivo último de toda innovación educativa es mejorar el aprendizaje del alumnado. No se innova para que los alumnos aprendan más, sino para que aprendan mejor. Se debe evitar la sugerente tentación de innovar para embutir más y más conocimientos. Si algo caracteriza la sociedad actual es el exceso de información, una verdadera polución informativa. Lo que los alumnos necesitan es aprender a seleccionar esa información, aprender a aprender de por vida...  
FORMACIÓN EN CAPACIDADES: Tan importante como los conocimientos es el aprendizaje del alumno en las cualidades y actitudes como la creatividad, trabajo en equipo, liderazgo, resolución de problemas, ética, comunicación, responsabilidad...
Las capacidades se deben aprender integradas en el aprendizaje de los contenidos, lo que requiere la formulación de tres tipos de objetivos formativos en toda enseñanza universitaria: conocimientos, cualidades y actitudes. Se busca, en definitiva, una formación integral y no sólo técnica del alumnado.
CAMBIO DE ROLES: La innovación exige un cambio de papeles: del profesor como orientador del aprendizaje y del alumnado como responsable último de su aprendizaje. De transmisor de información a orientador y motivador del aprendizaje de sus alumnos, es el cambio imprescindible en un profesorado que, como profesión, prácticamente no se ha modificado desde la edad media. A su vez, ello requiere una participación activa y plena del alumnado en el proceso de enseñanza- aprendizaje, que debe pasar de receptor pasivo a sujeto activo.
El cambio de roles que se propugna implica la utilización de metodologías activas en el aula, pues es obvio que sólo se aprende haciendo (Confucio).
NUEVAS TECNOLOGÍAS: La innovación educativa requiere la utilización de las Nuevas Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) aplicadas a la enseñanza. No obstante, hay que tener muy claro que las TIC son un medio, no un fin en sí mismas. Las Nuevas Tecnologías facilitan el cambio de roles [5] anteriormente aludido: del profesor, al utilizarse como elementos de transmisión de información de indiscutible eficacia. Del alumno, como factor motivador que posibilita su actividad en el aula. Las TIC son, pues, unas útiles herramientas para una adecuada implantación en innovación educativa.
EVALUACIÓN: Toda innovación educativa debe integrar la evaluación docente, pues el alumno trabaja y aprende en función de cómo se le va a evaluar. En un planteamiento de innovación la evaluación, adicional a su papel de medida y calificación, constituye una herramienta docente más y como tal, debe estar totalmente integrada en el enfoque metodológico propuesto.
A MODO DE CONCLUSIÓN
Como todo decálogo que se precie, los diez mandamientos de la Innovación
Educativa se puede resumir en dos:
·         El profesor debe innovar con convicción y ganas.

·         Para mejorar el aprendizaje y la formación integral del alumnado.

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