CONVICCIÓN: Se debe innovar por convicción
personal de su necesidad; no con el objetivo de incrementar méritos de
currículum o a la espera de gratificaciones... Es sobradamente conocida la
valoración de la docencia en la Universidad (quinquenios versus sexenios).
Pero, si sentimos nuestra profesión, debemos asumir que como profesores
“nuestra principal función es proveer a nuestros estudiantes de las
competencias que necesitarán para una vida productiva y feliz” (S. Kagan).
GANAS: Para innovar sólo se necesitarán
ganas de innovar, todo lo demás (medios, recursos, etc.) vendrá por añadidura. El
“yo innovaría si tuviera...” (Desde veinte alumnos por clase hasta un aula de informática,
pasando por más equipos o una reducción de carga docente...) es la tópica
excusa de los opuestos a todo cambio: si se quiere, siempre se puede innovar.
Lo anterior no es óbice para que, a medida que se innova, se exija a quién
corresponda los medios que faciliten y profundicen la innovación.
CAMBIO DE MENTALIDAD: La innovación docente exige un
profundo cambio de mentalidad y actitudes ante el proceso de enseñanza
aprendizaje, tanto de los profesores como del alumnado. El “cambio de chip” es
imprescindible. Hay que mentalizarse de la necesidad de innovar porque el
modelo tradicional no es válido, el parcheo no sirve.
CONTINUA Y PROGRESIVA: La innovación educativa supone un proceso
de cambio continuo sometido a la realimentación de los resultados, cuyos elementos
(objetivos, sujetos, recursos) se van aumentando de forma progresiva a medida
que se van alcanzado.
BIDIRECCIONAL Y FLEXIBLE: La innovación docente debe ser un
proceso bidireccional (docente – discente y viceversa) con una estructura
flexible, que posibilite en cada momento las modificaciones requeridas por su entorno
de aplicación.
El profesor
al innovar debe evitar actuar según el principio por el que se rige el Despotismo
Ilustrado (todo para el pueblo pero sin el pueblo). Al mismo tiempo, hay que
tener muy presente que en didáctica las verdades absolutas no existen, la
capacidad de adaptación según los condicionantes deviene en requisito básico.
APRENDIZAJE: El objetivo último de toda innovación
educativa es mejorar el aprendizaje del alumnado. No se innova para que los
alumnos aprendan más, sino para que aprendan mejor. Se debe evitar la sugerente
tentación de innovar para embutir más y más conocimientos. Si algo caracteriza
la sociedad actual es el exceso de información, una verdadera polución
informativa. Lo que los alumnos necesitan es aprender a seleccionar esa
información, aprender a aprender de por vida...
FORMACIÓN EN CAPACIDADES: Tan importante como los conocimientos
es el aprendizaje del alumno en las cualidades y actitudes como la creatividad,
trabajo en equipo, liderazgo, resolución de problemas, ética, comunicación,
responsabilidad...
Las
capacidades se deben aprender integradas en el aprendizaje de los contenidos,
lo que requiere la formulación de tres tipos de objetivos formativos en toda
enseñanza universitaria: conocimientos, cualidades y actitudes. Se busca, en
definitiva, una formación integral y no sólo técnica del alumnado.
CAMBIO DE ROLES: La innovación exige un cambio de
papeles: del profesor como orientador del aprendizaje y del alumnado como responsable
último de su aprendizaje. De transmisor de información a orientador y motivador
del aprendizaje de sus alumnos, es el cambio imprescindible en un profesorado
que, como profesión, prácticamente no se ha modificado desde la edad media. A
su vez, ello requiere una participación activa y plena del alumnado en el
proceso de enseñanza- aprendizaje, que debe pasar de receptor pasivo a sujeto
activo.
El cambio de
roles que se propugna implica la utilización de metodologías activas en el
aula, pues es obvio que sólo se aprende haciendo (Confucio).
NUEVAS TECNOLOGÍAS: La innovación educativa requiere la
utilización de las Nuevas Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) aplicadas
a la enseñanza. No obstante, hay que tener muy claro que las TIC son un medio,
no un fin en sí mismas. Las Nuevas Tecnologías facilitan el cambio de roles [5]
anteriormente aludido: del profesor, al utilizarse como elementos de
transmisión de información de indiscutible eficacia. Del alumno, como factor
motivador que posibilita su actividad en el aula. Las TIC son, pues, unas
útiles herramientas para una adecuada implantación en innovación educativa.
EVALUACIÓN: Toda innovación educativa debe
integrar la evaluación docente, pues el alumno trabaja y aprende en función de
cómo se le va a evaluar. En un planteamiento de innovación la evaluación,
adicional a su papel de medida y calificación, constituye una herramienta
docente más y como tal, debe estar totalmente integrada en el enfoque
metodológico propuesto.
A MODO DE CONCLUSIÓN
Como todo
decálogo que se precie, los diez mandamientos de la Innovación
Educativa se
puede resumir en dos:
·
El
profesor debe innovar con convicción y ganas.
·
Para
mejorar el aprendizaje y la formación integral del alumnado.
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